Con las elecciones acercándose y la presión de sectores del bloque dominante exigiendo formas estatales neoliberales discrecionales, que apuntaban a una intensificación aún mayor de la ofensiva neoliberal en Brasil, el gobierno del PT apostó en el arte del disfraz haciendo propaganda de que, si Dilma fuera reelegida podría evitar el neoliberalismo discrecional que llamaba con fuerza a la puerta.
Pero, después de ser elegida con un pequeño margen de diferencia, Dilma Roussef se apresuró a quitarse el disfraz y comenzar la política de austeridad requerida por la desestabilización del régimen de acumulación integral brasileño. Un mes después de las elecciones, Dilma nombra a uno de los intelectuales (ingeniero y economista) neoliberales más ortodoxos del país (Joaquim Levy) para el Ministerio de Finanzas. La planificación de su política de austeridad estaba en marcha.
En 2015 el ministro Levy demostró para qué vino, presentando una propuesta de recorte presupuestario que restringió el mayor volumen de recursos en la historia del país. Su propuesta original era incluso más restrictiva que el recorte aprobado, es decir, un total de 70 mil millones de gastos no obligatorios: 25,7 mil millones tomados del PAC, 21,5 mil millones de enmiendas parlamentarias, 23 mil millones de otros gastos. Hubo recortes en todos los ministerios. Los más afectados fueron el Ministerio de Ciudades (17 mil millones), Salud (12 mil millones) y Educación (9,5 mil millones). El programa Minha Casa, Minha Vida (viviendas populares) perdió 7 mil millones.
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